Tener estilo no es necesariamente ser elegante, extravagante o carismática. Tener estilo es estar conectada con tu autenticidad, con tu personalidad, con aquello que te hace única. Sé que esto suena a cliché porque son conceptos demasiado manoseados. «Sé tu misma» es un mantra que ha perdido el sentido de tanto que se repite. Pero no por manida deja de ser una idea profunda. Lo que te preguntarás es ¿Cómo ser yo misma? y ¿Por qué no estoy siendo yo misma? Aquí van algunas ideas y respuestas:
Para saber quién eres es necesaria cierta introspección.
Para conocerte necesitas un ingrediente básico: tiempo a solas y sin distracciones para observarte y mirar hacia adentro. La práctica de la meditación puede ayudar (si no sabes como hacerlo aquí te cuento), pero no es el único camino. Escribir, pasear, dar espacio a tus emociones, cantar, bailar, pintar o desarrollar cualquier actividad artística que te conecte con tu mundo interior será de gran ayuda.
Aumenta el volumen a tu capacidad de sentir.
Cuando naciste, igual que todos los bebés, estabas conectada con quién eras y con quién habías venido a ser. Esa forma de vivir siendo quién eres se va opacando por las experiencias de la vida. Cuando una experiencia nos causa dolor en un momento en el que no somos capaces de gestionarlo la guardamos en el inconsciente para elaborarla más adelante, cuando estemos preparados. Es un mecanismo de supervivencia. De alguna forma vamos bajando el volumen de nuestra capacidad de sentir, pero dejar de percibir el malestar tiene como coste dejar de percibir también el bienestar, perder el contacto con lo que queremos, con lo que somos, con los deseos y anhelos… El coste es no SER con mayúsculas para ir convirtiéndonos en una versión descafeinada de nosotras mismas. No son necesarios grandes traumas. Por ejemplo, si eras extravagante y histriónica, y a tus padres nos les gustaba, te penalizaban y te regañaban por ello. Desconectaste para encajar. Si reías a carcajadas y la maestra te castigaba cambiaste tu risa de boca abierta por una leve mueca. Por las miradas enjuiciadoras de tu madre dejaste de vestir sexy, o heavy, o lo que sea, o quizá justo por esa misma mirada lo llevaste a un extremo del que no sabes salir. Y así sucesivamente…
La desconexión del propio deseo es una enfermedad de nuestra era.
Y aprovechando esa desconexión hay un sifín de multinacionales que ofrecen sucedáneos. En lugar de estar en conexión con tus deseos del alma estás conectada con los deseos del ego, con los deseos impuestos de fuera y movidos por envidia, apariencia u otras motivaciones ególatras. En lugar de vestirte con lo que te gusta, encaja con tu personalidad, con tu cuerpo y con tu vida, te compras el traje de tendencia de la temporada (sin juicio, que aquí cada cuál es libre). Pero me choca que si el ser humano se diferencia del resto de especies por su creatividad, todos queramos lo mismo más o menos.
Todos, en mayor o menor medida, tenemos experiencias enquistadas y asuntos sin procesar que nos impiden conectar con nuestro verdadero ser, con nuestros deseos y, en consecuencia, con nuestro propio estilo. Además, como mujeres tenemos una historia de represión tan grande que nos cuesta darnos permiso para mirar y ver nuestra propia verdad interna, darnos permiso para imaginar lo que queremos para nuestra vida, para pensar en grande, para tener ambiciones en todos los sentidos. Tenemos un corsé mental por el que no terminamos de atrevernos a ponernos algo que nos encanta.
Por eso, encontrar tu propio estilo en lo que al vestir se refiere es un tema profundo. Lo que más se requiere es valentía para atravesar los miedos, reconocerte, reconocer tus gustos y saber lo que quieres mostrar. Es un tema más de autoconocimiento y desarrollo personal que de moda.