Texto: Deborah Marín, www.oyedeb.com
Fotografía: Marcela Castro
Os dejamos con un artículo de Deborah Marín, creadora de OyeDeb, un programa que ayuda a emprendedoras a encontrar su camino y a trazarlo. Tuvimos el placer de entrevistarla para el número 4 de Gansos Salvajes Magazine, y aquí os dejamos con otro de sus artículos.
Dicen que somos la media de las 5 personas con las que más nos relacionamos, pero, más allá de la frase digna de ser puesta en un .jpg y repineada hasta el hartazgo se esconde no ya una gran verdad -porque quién sería yo para dictaminar así a la ligera lo que es verdad y lo que no- sino lo que me parece una gran filosofía de vida y una forma de entender las relaciones sociales como algo que va más allá del ocio y la obligación. Algo que en realidad tiene el poder de convertirte en alguien distinto, según resulte que sean tus amigos, tu familia o tus compañeros. Vamos, que es aquello de «dime con quién andas y te diré quién eres» pero un poco menos castizo.
Claro que no se trata de esperar un cambio radical, ni de que te conviertas en un ser que no tiene nada que ver contigo “por culpa” de tus amistades. Se trata de que tanto para lo bueno como para lo malo, el contexto y las relaciones nos influyen. Influir, que no cambiar.
Esperar que nada ni nadie te afectase o te influyese sería como tratar de vivir en una burbuja, imposible por un lado y aburridísimo por el otro.
Lo que más feliz me hizo cuando creé mi primera empresa fue empezar a conocer a otras chicas que estaban en la misma situación que yo, que disponían de su tiempo de la misma forma que yo y que se enfrentaban cada día a las mismas dificultades que yo. Hablar con ellas, quedar con ellas y trabajar con ellas me hizo querer ser valiente como ellas, persistente como ellas y creativa como ellas.
No hay que subestimar la energía que te da saber que perteneces a un grupo en el que eres comprendida, respetada y apoyada. Los humanos somos seres sociales y crecemos en la conexión, en el cariño y en la empatía. A nadie le ayuda en nada tener a gente diciéndole que no entiende lo que hace, que no comprende su forma de vivir o que no sabe cómo ayudarle cuando comenta cualquier problemática a la que se enfrenta. Al contrario, cuando te sientes realmente comprendida y te juntas con quien sabe perfectamente de qué hablas, la cosa se vuelve mágica. Saltan fuegos artificiales. El simple hecho de poder dedicar un ratito a la semana para hablar de tus proyectos y de tus sueños e inquietudes con alguien que sabe de lo que hablas es, además de liberador, refrescante y estimulante, un chute de energía para tus proyectos y tu vida.
Por eso hace cuestión de un año quise formar un grupo de 6 emprendedoras, de mujeres con las que me había encontrado en algún momento -que no necesariamente eran amigas mías- pero con las que sentía que conectaba, que entendían mi perspectiva y mi situación y además la vivían también por su lado. Todos los lunes por la mañana nos encontramos online y nos contamos cómo ha ido la semana, y en cada sesión una de nosotras sale a la palestra y propone un tema o cuenta una duda o algo a lo que se está enfrentando en ese momento. Por un lado, para sacarlo y verbalizarlo (que ya es, porque normalmente nos lo guardamos todo, al trabajar solas) y por otro para que las demás le echemos un cable, le demos contactos, ideas, sugerencias, consejos, experiencias o cualquier otra cosa que necesite. Quizás simplemente para que la escuchemos con verdadera atención y sepa que estamos ahí para ella.
Después de esta experiencia personal, decidí que dado que tengo una plataforma donde cada semana emprendedoras o futuras emprendedoras me leen y aprenden de mi experiencia y mis errores, podría resultar interesante para ellas formar un grupo suyo, propio. Y pensé que yo podría ser esa conexión entre ellas y guiarlas en el proceso de organizar y liderar el grupo durante unas semanas. Así nació MasterWoMind. Acabamos de terminar la primera edición y los 4 grupos que se formaron ya vuelan solos y siguen encontrándose cada semana sin mí, continuando esa relación que se inició en Oye Deb pero que van a extender hasta que quieran, toda la vida si hace falta.
Porque no todos los días encuentras a quien te escuche con verdadera atención, y no todos los días encuentras a quien además de escucharte comprende lo que estás pasando, ha estado ahí o está en ese mismo momento y puede aportarte su experiencia o punto de vista más allá de darte palmaditas de consuelo en la espalda.
Te animo a que si tienes un proyecto personal busques la manera de conectar con otras personas que estén a tu nivel y os encontréis una vez por semana o cada 15 días o una vez al mes, sea online o en un bar o en cualquier lugar que se os ocurra.
Conéctate, comunícate, ayuda y déjate ayudar.
El aislamiento no es ni posible ni real ni útil. Así que si puedes hacer hoy mismo algo positivo por tu proyecto, que sea esto.
Si vas a ser la media de las personas que tienes cerca, asegúrate de rodearte de gente estupenda que te ayude a crecer y a los que tú también puedas ayudar a crecer.
Si creces tú, crecen ellos. Si crecen ellos, creces tú.
Nunca la reciprocidad tuvo una forma más bonita.
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