Texto: Laura Martínez Hortal
Foto: Dori Romera
Desde hace un tiempo se habla mucho de las mujeres reales, y a muchas mujeres les chirría el término, en especial a las delgadas, porque dicen que cuando se habla de mujeres reales se las excluye. Hay mujeres delgadas e incluso extremadamente delgadas por naturaleza (como muestra nuestra compañera Antonia, que come tres veces más que yo, y si se rompiera una costilla no necesitaría radiografías).
Y tienen razón en gran parte, es una reivindicación que ha comenzado por la visibilización en redes y blogs de los cuerpos más grandes y con más grasa porque el modelo actual los excluye. Y me atrevería a decir más, nuestra sociedad repudia la gordura. Hay muchísimas personas de talla grande, pero no tienen un reflejo positivo, ni en televisión, ni en cine, ni en revistas. Tener una imagen pasada de kilos (según el canon) no es aceptable ni da buena imagen. Es una realidad. Puede llegar a ser motivo de exclusión laboral y social.
Algunos de los efectos que está causando este modelo de belleza única es el odio hacia el propio cuerpo, los desordenes alimenticios leves, el mal trato a base de restricciones, dietas poco saludables, productos dañinos para adelgazar y patologías más graves como la anorexia y la bulimia.
No quiero entrar en qué peso es más o menos saludable, lo que veo claro es que sea como sea cada cuerpo lo principal es aceptarlo y amarlo, individualmente y como sociedad, para poder hacer cambio a mejor (si es lo que queremos).
En Gansos Salvajes Magazine, cuando nos referimos a mujeres reales siempre hablamos de mujeres de tallas, tipologías de cuerpos y edades variadas, sin retocar con Photoshop.
El problema es el modelo único de mujer que se repite en todas partes y la gordura o delgadez es sólo un aspecto a tratar o a reivindicar.
La imagen de perfección a la que debemos aspirar según el dictado de la moda y los medios es totalmente imposible e inalcanzable: Rostros retocados, ojos aumentados, narices más pequeñas, pieles sin poros, ni marcas, ni vello…Cinturas imposibles, piernas alargadas…Estas son las imágenes femeninas que nos miran desde las vallas publicitarias, las revistas y los videoclips.
Cindy Crawford dijo un día en modo denuncia: «Ya me gustaría a mí parecerme a Cindy Crawford».
El movimiento de las mujeres reales es una reivindicación de la realidad. Todas somos reales, las modelos de talla 34 también. Pero en qué porcentaje están en la calle?
Sé que no es tan sencillo. El mundo de la publicidad va de la mano de la psicología. Sabemos que nuestro cerebro toma como verdad o como bueno todo aquello que se repite en su entorno. Es un mecanismo de supervivencia, así adquirimos los hábitos de nuestros padres y costumbres sociales para adaptarnos al entorno y a la cultura en la que vivimos. El aprendizaje va ligado a la repetición. Así que para nosotras lo correcto, lo que está bien es la talla 34. Y sacar esto de nuestras cabezas es una tarea titánica.
Las estrategias publicitarias tienen en cuenta que a los seres humanos nos mueve el deseo. La búsqueda del deseo nos conecta con la voluntad y la acción. Por eso se nos presentan estas mujeres como modelos aspiracionales, porque consideramos que es lo que tiene que ser, lo correcto, lo bueno, y nos moveremos en busca de esa aspiración. Salimos a la calle o miramos una pantalla y encontramos mil y un remedios para transformar nuestra imagen deplorable en la de una Topmodel. Ya sabes en plan Bety la fea! Cremas milagrosas, dietas, balón gastrico, cirugía plástica, maquillajes, cremas anticelulíticas, fajas…que prometen que nos sacarán de la fealdad y después de eso seremos felices. Así que corremos a las tiendas a comprar, invertimos nuestro dinero, nuestro tiempo, nuestra energía y nuestra salud. Ninguna de nosotras somos tontas, pero nuestro inconsciente, aunque parece calladito manda mucho!
Nuestro trabajo desde Gansos Salvajes es empezar a ampliar esa imagen de la mujer tan estrecha. Empezando desde dentro con nuestra declaración de intenciones. Y a través de las mujeres que fotografiamos en nuestros reportajes de moda sostenible y que ilustran los artículos. Uno de mis deseos es que nuestros ejemplares estén encima de las mesas de las casas donde hay niñas y adolescentes, que sin darse cuenta abran un espacio en sus mentes para aceptar que son perfectamente correctas en su individualidad.
Abajo los clones! Viva la variedad!
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