Texto: Katherine Haldane
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Publicado en el número 4 de Gansos Salvajes Magazine
Al nacer no cuestionamos el merecimiento de ese hecho, simplemente nacemos. Sin embargo, cuando el pensamiento se va desarrollando y la estructura del ego se vuelve más compleja, la mente empieza a comparar, a juzgar, y van surgiendo los pensamientos de no merecimiento y de culpa. En nuestros primeros años de vida observamos con detalle el entorno generando infinidad de conexiones neuronales mediante las cuales conformamos una conciencia con su propio sistema de reglas y creencias. A través del proceso de aculturación, mediante familia, dichos y refranes, medios de comunicación, religión o educación fuimos absorbiendo como esponjas la savia de la cultura humana y formando patrones que se grabaron a fuego en nuestro subconsciente.
¿DE DÓNDE VIENEN TUS CREENCIAS RESPECTO AL MERECIMIENTO?
¿Te resuenan expresiones tales como: “Las chicas tienen que ser más ordenadas”, “Las mujeres no valéis para eso”, “Eso es un trabajo de chicos”, “Pon la mesa y llama a tus hermanos” …y una muy grave: “Parirás con dolor”?
Dejando de lado el hecho de que pudiesen tener o no razón, las personas a las que oíste decirlas expresaban la coherencia de esos dichos con su sistema de creencias…a pesar, muy a menudo, de la autoestima de las oyentes.
Por suerte, la autoestima no es un proceso innato. Y escribo “por suerte” porque, si bien tiende a ser muy estable como rasgo de personalidad, la autoestima es modificable. Tus experiencias de fracaso o éxito irán modelando tu autoestima, dependiendo de cómo las sientas. Por eso es tan importante rodearse de un buen núcleo de apoyo emocional en el que se pueda dar salida a las cuestiones que más nos angustian.
Tradicionalmente es la familia el grupo de apoyo que tenemos al nacer y es por ello que es responsabilidad familiar implicarse con los recién llegados mediante el acompañamiento y la presencia; aceptar sin condiciones lo que los hijos son; delimitar con firmeza y claramente desde el amor, qué líneas no se deben traspasar; respetar las opiniones de los niños a través de una actitud democrática de diálogo y por último, siendo coherentes con las normas establecidas, lo que dará seguridad y estabilidad no sólo al niño, sino a toda la familia… ¡¡NO INTENTEN HACER TODO ESTO EN SUS CASAS!! Bromas aparte, esos son los requisitos ideales para que los niños crezcan con autoestima dentro del núcleo familiar y puedan salir al mundo creyendo en sí mismos y en sus potencialidades. Observando esos puntos y comparándolos con nuestra vida familiar, podemos extraer conclusiones acerca del estado de nuestra autoestima actual, de nuestra actual posición en la escala del merecimiento.
Desde luego, cuando encontramos la fuerza para echar un vistazo sincero y profundo a nuestra infancia, suelen emerger situaciones dolorosas y en ellas tendemos a identificarnos con la víctima y buscar (o sentirnos) culpables. Nada más lejos de mi intención. Es más sano echar una aséptica mirada atrás y tratar de comprender para poder mirar hacia delante con una visión renovada.
De hecho, es mucho más sencillo cambiar esa persona con la que te has identificado durante tantos años, todo empieza por preguntarte: ¿CÓMO ES TU VIDA EN ESTOS MOMENTOS Y CÓMO DESEARÍAS QUE FUERA?
No hay mirada atrás en esta pregunta. Sólo hay un aquí y ahora y un horizonte del deseo. Te invito a que reflexiones tras esta pregunta qué es lo que te frena a Merecer, Hacer o Ser lo que deseas en tu vida. Préstate el tiempo para responder y observa tu respuesta.
¿Por qué, con la cantidad de recursos y métodos para cambiar que tenemos a nuestro alcance, nos cuesta tanto hacerlo? A casi todos nos gustaría cambiar algún aspecto de nuestra vida: tener más paciencia, dejar de fumar, adelgazar rápidamente, aceptar elogios y regalos con alegría, ser capaces de ahorrar, amarnos incondicionalmente y vivir el presente o incluso dar a luz sin miedos.
Es como si estuviéramos en guerra con nosotras mismas; como si existiera un conflicto entre una parte que nos dice “sí” y otra más fuerte que nos contesta “no” y nos impide lograr nuestros objetivos.
Según el doctor Bruce Lipton, autor del libro, “La biología de la creencia”, se trata del conflicto entre los deseos de la mente consciente y las grabaciones que existen en la mente subconsciente.
En cierto modo, podríamos hablar de autosabotaje: por la fuerza de tus creencias subconscientes, autosaboteas tus metas. La buena noticia es que también puedes cambiarlas, porque has venido al mundo para ser feliz y CUANDO TE COMPROMETES CON LO QUE REALMENTE AMAS, RECIBES TODA LA AYUDA NECESARIA….
En el artículo original la autora continúa con tres consejos prácticos para trabajar y mejorar nuestro propio merecimiento. Puedes hacerte con él en versión online o en papel aquí. También ofrece un REGALO GRATUITO para todas nuestras lectoras de Gansos Salvajes Magazine:
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