Maria Milagros es madre, abuela, ama de casa y catedrática de Historia Medieval y una de las fundadoras de la revista y del Centro de Investigación en Estudios de las Mujeres Duoda de la Universidad de Barcelona, que dirigió entre 1991 y 2001. También contribuyó a fundar en 1991 la Llibreria Pròleg, la librería de mujeres de Barcelona, y, en 2002, la Fundación Entredós de Madrid. Ha publicado numero libros y artículos. Ha contestado a mis preguntas gustosa y espero que disfruten de la sabiduría de esta pensadora tanto como lo he hecho yo.
1- ¿Qué es para usted la libertad? Y cuáles cree que son los siguientes pasos que corresponde dar en el camino hacia la libertad femenina? Para mí la libertad es una experiencia corporal mucho más que un derecho. Es una sensación de bienestar que viene de la vivencia de que el estar viva tiene sentido. Se presenta como una coincidencia que se da, de pronto, en ciertos contextos relacionales, entre las palabras, las cosas y mi cuerpo, con la sensación de que se juntan las piezas separadas del mundo. Es algo sencillo y corriente y, a la vez, raro y precioso, porque a una mujer que ama la libertad y, además, la busca, la cultura común se le queda pronto pequeña. El “más” femenino no cabe ahí y, entonces, ella necesita política, pero no una política cualquiera sino la política de las mujeres. Necesita fundar, crear en relación con otra u otras.
Por eso, la libertad femenina es una práctica. Empieza reconociendo autoridad a otra mujer, otra mujer que la genera. La autoridad no se deja poseer sino que, como ha escrito Lia Cigarini en la revista DUODA, existe en tanto que circula. Es una experiencia muy común en el feminismo, por ejemplo: vas a una reunión, alguna o algunas generan autoridad y, la que tú reconoces, te la llevas a casa y la incorporas a tu vida con la vivencia de felicidad y bienestar que da la coincidencia entre las palabras, las cosas, y tu cuerpo. Y se da, en toda su extraordinaria grandeza y potencia, en la relación entre madre e hija y, de modo distinto, en la relación entre madre e hijo cuando aprendemos de ella a hablar. En las zonas patriarcales del mundo, la autoridad, en cambio, se confunde con el poder y, por eso, en otros tiempos, incluso desfilaban armadas las “autoridades”.
2- ¿Qué es el feminismo de la diferencia? Es, precisamente, la política de las mujeres y de la libertad femenina. En nuestra historia occidental (y no solo en esta pero es la que conozco un poco) predomina una noción de la libertad subordinada al individualismo. La diferencia sexual femenina, en cambio, se practica siempre en relación (soy diferente de) y coincide mucho con el elegir que eres mujer, sabiendo que no es objeto de elección (Librería de mujeres de Milán). Parece una paradoja y por eso es tan fértil, interesante y verdadera: nací mujer, elijo serlo, elijo no serlo, una y otra vez en la vida. En lo íntimo de mí, sé que esto es verdad. Sé que cuando mimetizo al hombre estoy eligiendo no ser mujer. El mundo es uno, los sexos son dos.
3- En los últimos años la palabra empoderamiento se escucha mucho para hablar de la mujer y lo femenino. ¿Qué opinión le merece esa palabra y la forma en la que se usa? Empoderarse ayuda a hacer bien las cosas equivocadas. Los patriarcas que quedan en estos tiempos de final del patriarcado ansían desesperadamente que las mujeres los sostengamos precisamente haciendo lo que a muchos les gusta tanto hacer: ejercer el poder. Decía Simone Weil en el siglo XX que el poder degrada a quien lo sufre, sí, y degrada también a quien lo ejerce, porque petrifica. Empoderarse petrifica. Empoderarse no significa poder hacer lo que quieres hacer sino someter con más o menos intensidad a otras u otros.
4- Hace unos días, en las fiestas de San Fermín hemos podido ver que 5 mujeres han sido violadas. ¿Qué problemas sociales reflejan estos alarmantes hechos según su opinión? No reflejan ningún problema social sino un gravísimo problema masculino y de la masculinidad actual. No es un problema social porque las mujeres formamos parte de la sociedad y no violamos. Es importantísimo no consentir que se nos atribuyan a las mujeres problemas ajenos porque, consintiéndolo, contribuimos a encubrir delitos de otros, en este caso delitos de delincuentes comunes.
5- En algunos aspectos no tenemos la represión de generaciones anteriores pero me interesa su opinión sobre el aumento de la violencia sexual con la generalización del acceso a una pornografía que violenta sistemáticamente a las mujeres. Personalmente veo una clara relación ¿y usted? Sí, hay una relación entre el aumento de la violencia sexual y la pornografía, pero es una relación que no se cambia con prohibiciones. Hay que intervenir antes. En primer lugar, eligiendo (si es posible) siempre las mujeres el ser y hablar como mujeres. O sea, fortaleciendo la lengua materna y el orden simbólico de la madre (Luisa Muraro y Comunidad filosófica femenina Diótima). En segundo lugar, interviniendo en la opinión pública para señalar sin violencia que quienes ejercen violencia sexual son hombres; ello sin olvidar que no todos los hombres son violentos y que el serlo no le hace feliz a un hombre. Yo necesito un gran debate sobre la masculinidad y estoy intentando contribuir a plantearlo [La violencia de tantos hombres contra las mujeres ]. Para poner la masculinidad en su sitio, un sitio que es una parte del mundo, no el mundo entero. Los sucesos terribles de los últimos días (asesinato y vejaciones de Jo Cox, Baton Rouge, Niza, Turquía, Munich, más los asesinatos constantes de mujeres por sus parejas hombre) son presentados en los medios de comunicación como si fueran problemas acuciantes de la humanidad, y no lo son. Son problemas acuciantes y gravísimos de la masculinidad actual, sea cristiana, sea islámica, sea occidental o no.
6- Fue fundadora del Centro de Investigación de estudios de las Mujeres Duoda de la Universidad de Barcelona y directora durante 10 años del máster de estudios de la diferencia sexual. En qué consiste el máster y qué aporta a las alumnas? El máster de Duoda es un oasis en el conocimiento universitario. Enseña a las alumnas a hablar como mujeres reconociendo y practicando la excelencia y la libertad femeninas. Y a hacerlo sin ir en contra de nadie. A esto le llamamos la política de lo simbólico, que consiste en poner en el mundo las maneras femeninas de verlo, de ver el mundo, tanto en el pasado como en el presente. Por eso decimos que es una inversión en la propia vida y (Diana Sartori) que es una maestría de libertad, dado que interviene en las condiciones mismas del saber. Puede cursarse entero online o de modo semipresencial.
Por Laura Martínez Hortal
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