Llevo años hablando a las mujeres. Llevamos años denunciando acosos, violaciones, el derecho de criar a nuestros hijos, a ocupar el espacio público sin miedo, la violencia institucional hacia la maternidad o la social a la decisión de no ser madres, denunciamos la cosificación de nuestros cuerpos, el estricto cannon de belleza, la cosificación y sexualización del cuerpo femenino, el derecho a envejecer, la violencia en el porno, en el cine, en la moda… Y de verdad siento que estamos consiguiendo mucho, que avanzamos. Que cada vez hay más conciencia, vemos los problemas, somos activistas en distintas medidas, existe un debate abierto sentimos rabia y tenemos actitud crítica ante la sociedad patriarcal.
A todas las que lo veis: ha llegado nuestra hora de dar un paso más.
Llevo años hablando de princesas Disney, de estereotipos de género y de muñecas Barbies. Pero últimamente y como madre de un varón de 6 años estoy viendo una perspectiva diferente. Veo muy claro que podemos hacer mucho como madres y educadoras de varones para mejorar la situación de la sociedad.
A pesar de sus evidentes privilegios, es mucho lo que la sociedad exige a los hombres desde que son niños. El mundo de purpurina rosa es ajeno a ellos, su imaginario está estampado de camuflaje. Deben ser príncipes valientes y guerreros infalibles siempre. Crecen rodeados de héroes, de armas, de guerra…. Creo que por naturaleza se sienten atraídos hacia esto pero ¿cómo no? si lo tienen hasta en la sopa. Superhéroes, pistolas, películas de acción, armamento, videojuegos, call of duti, starwars… Sí Starwars, por todas partes. Que levante la mano el niño que no la haya visto. Espadas láser, muñecos, videojuegos, camisetas y todo tipo de merchandasing….
Casi imposible que nuestros niños no vean alguna de las películas de la saga. Creadas para que imaginen un futuro en guerra, pero ojo! una guerra glamourosa en la que los impresionantes diseños de las naves espaciales, la belleza de las armas y de los uniformes, la estrategia, los ingeniosos efectos especiales, las persecuciones, la acción y la heroicidad de los protagonistas te hacen desear formar parte de ella.
¡Y eso no es la guerra, quiero que mi hijo sepa que la guerra es miseria, orfandad, hambre, dolor, perdida, destrucción, sufrimiento, separación, soledad, sangre, muerte….!
¿Será casualidad que sabiendo lo que sabemos de lo importante que es nuestra imaginación y el poder del pensamiento tengamos otra generación nueva de varones proyectando desde sus mentes un futuro en guerra? ¿Será casualidad? o ¿quizá es necesario que les atraiga la guerra para que cuando se necesiten soldados vayan por motu propio a alistarse a filas? ¿Se necesita que todos vemos normal las matanzas por petróleo o por lo que sea que vemos a diario en el telediario? ¿Cómo puede gastarse tal cantidad de dólares en crear cine en el que se ensalza la violencia y la total falta de compasión?
Malos malísimos y buenos a los que se les justifica toda atrocidad por estar en el bando correcto. Una estampa de la realidad dañina para el cerebro en formación de un niño y muy conveniente para los que desean perpetuar el sistema tal y como está.
Si todos esos dólares se invirtieran en crear películas en las que se mostrara un mundo unido, sin fronteras, un futuro en las estrellas de paz, de libertad, de felicidad, un futuro en que la vida fuera la verdadera aventura, el autoconocimiento el crecimiento a través de las relaciones, los viajes, el desarrollo de la conciencia. Un mundo en el que no hubiera hambre ni miseria. Qué distinto sería que nuestros hijos no vieran al diferente como enemigo ni al universo hostil.
- Desde aquí hago un llamamiento a la conciencia de todos los vendedores de videojuegos a vender cumpliendo con la edad que marca la carátula.
- Desde aquí hago un llamamiento a los padres o tutores a no permitir jugar o ver películas por debajo de la edad marcada, verlas antes que los hijos con sentido crítico a restringir si lo creen necesario.
Creo firmemente que el camino más rápido para cambiar el mundo es la crianza y la educación. Establecer un vínculo fuerte con nuestros hijos es el primer pilar hacia la empatía, hacia la cercanía con otro ser humano, para poder dar valor a la vida humana y a respetarla. Para que no quiera morir, ni matar por una bandera.
De verdad el hecho de establecer una relación cercana y sana con una madre, el hecho de tener presencia de los padres, guía y filtro ante determinadas experiencias audiovisuales o de realidad virtual con la violencia extrema puede ser un gran logro y la base de una vida futura menos violenta.
Lo creo de verdad, aunque no soy una ingenua y sé que nada es garantía de nada, sé que hay pesos que no debemos tener sobre nuestras espaldas las madres, sé que los padres tenemos mucha presión económica y violencia desde muchos ámbitos. A pesar de todo confío en que las nuevas generaciones tienen la fuerza para gestionar el mundo que les ha tocado, pero aún así vale la pena hacer todo lo que podamos por guiarlos en dirección a la paz.
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