¡Estamos de celebración! Porque alrededor del 21 de Marzo sucede el Equinoccio de Primavera. Es el día en que se equilibra el día y la noche en casi todo el planeta. Podemos disfrutar de las mismas horas de luz que de oscuridad. El hemisferio norte y el sur del mundo se dan la mano. Todo el planeta, menos los polos, disfruta días templados.
Los movimientos del Sol y la Luna guían a todos los animales. Nuestras glándulas pineales son sensibles a los cambios de luz. En estos días muchos animales salen de su letargo sin equívocos porque tienen un sistema de orientación interno íntimamente unido a los pulsos de la naturaleza y de la luz.
A los humanos, aunque no estamos tan en contacto con esos instintos naturales, también nos afecta. En estos días, los dos hemisferios de nuestro cerebro están más en comunicación. Nuestra parte analítica y nuestra parte intuitiva se acercan para guiarnos en la nueva etapa que empieza. La primavera es un nuevo comienzo, trae nuevas oportunidades de renovación, todo lo que ha estado callado en invierno comienza a dejarse ver, las flores estallan en la ramas y yemas inertes, los proyectos se muestran, nos apetece estar en la calle y relacionarnos.
Aprovechar estos días para hacer limpieza, para meditar, para poner atención a nuestros sueños, tomar impulso y materializar nuevas ideas basadas en las conclusiones de la conexión con nosotras mismas, me parece una excelente forma de celebrar esta fecha tan especial.
Hemos vivido muchos años en los que el desarrollo de la civilización ha ido unida a la separación y el dominio de la naturaleza. Ya no podemos seguir viviendo de espaldas a ella como si sus cambios y ciclos no fueran con nosotros porque ese ha sido el origen de todos los destrozos ecológicos que vivimos.
La tecnología nos permite iluminar las noches, tener temperatura de verano en invierno, comer la fruta que queramos en cualquier momento del año o desafiar el paso del tiempo deshaciéndonos de las arrugas en el quirófano. No aceptamos que la tierra debe descansar y la explotamos en invernaderos, con productos químicos y cultivos intensivos. En las calles de las ciudades sembramos árboles de hoja perenne y nos olvidamos de que hay ciclos de descanso y de introspección igual que de acción y expansión, de que la tierra inspira y expira. Sobre todo, vivimos ciegos a que somos parte de la Tierra y dependemos de ella.
No estoy en contra de los avances pero, en el proceso de simplificación de mi vida, he ido aprendiendo a comer fruta y verdura de temporada, a dar paseos por la naturaleza para impregnarme del momento climatológico, a observar a los animales, a mirar la luna y conocer mis ciclos hormonales.
Creo que mirarme en el espejo de la naturaleza me ha ayudado a aceptar los distintos momentos vitales, a aprovecharlos para crear la vida que quiero, tener más vitalidad y creatividad. Me sirve para tomar decisiones menos egoístas y pensar también en cómo y cuánto afectan mis actos a la salud del planeta. Por eso mi regalo de hoy es el video y el ejercicio sobre equilibrio interior que publiqué hace unos días. Si no lo has visto, este es el mejor momento para hacerlo. Son días de balance en los que trabajar tu equilibrio tiene los mejores resultados.
VIDEO-CLASE Y AUDIO EJERCICIO EQUILIBRIO INTERIOR
Sólo me queda desearte ¡feliz equinoccio!
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