El ser humano nace libre y, sin embargo, por todas partes se encuentra encadenado. JJ Rousseau

 El hombre es un animal que vive al aire libre y es lo que es como consecuencia de siglos y siglos de contacto con la naturaleza. Doctor James H. McBride

Que el egoísmo y la falta de conciencia nos están llevando a la destrucción del lugar que permite nuestra vida es algo que ya sabemos de sobra.
Se celebran cumbres y más cumbres, nos manifestamos por las calles y se crean ONG que luchan contra esto, lo otro y lo de más allá.
Y no digo yo que esto sea malo ni bueno. Lo que pasa es que poco o nada cambia, más bien, empeora por momentos. Pero, o no nos damos cuenta o no nos queremos enterar.

¿Por qué no nos queremos enterar?

Una de las principales causas por las que vivimos ajenos a la masacre de la que es víctima el medio natural es que la mayor parte de la población se encuentra concentrada en núcleos urbanos, lejos de la naturaleza. Y así, mientras que nuestra forma de vida no se vea afectada directamente, no haremos nada.

Solo el día que comprobemos cómo sale agua contaminada del grifo (si es que sale algo), que el botoncito de turno ya no responde al apretarlo y que veamos comprometido nuestro estilo de vida, entonces sí que despertaremos y nos daremos cuenta de que hay que hacer algo mucho más allá que tener buenas intenciones.

A mí, personalmente, me parece pretencioso aspirar a salvar el planeta. Él mismo se salvará solito, cuando llegue el momento, como lo ha hecho ya tantas otras veces. Ese no es, a mi parecer, el núcleo del problema. Lo que en realidad hay que salvar, y por vías de urgencia, es a la raza humana de su propio colapso y autodestrucción, de NUESTRA propia autodestrucción. ¿Cómo pretendemos salvar el planeta si ni siquiera somos capaces de cuidar de nosotros mismos?

Si te parece fuerte lo que digo no tenemos más que mirar a nuestro alrededor: mucha tecnología, sí, pero también:

  • Hn incremento acelerado de las llamadas enfermedades occidentales (diabetes, obesidad, cardiopatías, enfermedades autoinmunes, alergias, intolerancias, osteoporosis, cáncer y un triste y largo etcétera)
  • Depresión y suicidio
  • Deterioro de los ecosistemas y los recursos naturales
  • Luchas entre razas, religiones y naciones
  • Pobreza
  • Deterioro progresivo en el ánimo general

El panorama pinta mal y mucha gente vive inmersa en el miedo ante las perspectivas que se presentan. Pero quizás se trata de un camino que es necesario recorrer para evolucionar y ayudarnos a despertar. Y aquí es donde entra en juego la palabra rewilding.

¿Qué es eso de rewilding?

El movimiento rewilding a nivel europeo empezó con el objetivo de restablecer el equilibrio ecológico en los ecosistemas mediante la reintroducción de animales erradicados de su entorno por la acción humana.

Para ello, se han ido adquiriendo terrenos en lugares representativos de cada ecosistema con el fin de ir reintroduciendo las especies que un día habitaron en ellos, para que puedan vivir en libertad, como el lobo o el oso, por poner un ejemplo.

Pero son cada vez más las voces que hablan del rewilding humano, de “reasilvestrar” al ser humano. Sin ir más lejos, en nuestro país, el precedente ya fue sentado por Félix Rodríguez de la Fuente, quien consideraba, en palabras de Benigno Varillas, precursor del movimiento rewilding en España, que: “No el actual hombre neolítico, sino el hombre paleolítico, es el hombre verdadero y hay que luchar por recuperar esa arquitectura mental que tuvimos hace 10 mil años y perdimos cuando empezamos a domesticar y a ser posesivos y violentos”. Por lo tanto, para hablar de rewilding hay que empezar hablando de domesticación. 

Somos animales domesticados

El origen etimológico lo encontramos en la palabra domus o casa. El proceso de domesticación empezó el día en que el hombre decidió asentarse y dejar de ser nómada, meterse en una casa y pretender controlar y dominar el medio natural.

Durante un largo proceso de más de 10.000 años, se manipularon animales y plantas para atenuar todos aquellos rasgos que eran menos beneficiosos y así facilitarnos la vida y obtener beneficios económicos.

Pero también nos dominamos a nosotros mismos creando a nuestro alrededor un entorno completamente artificial y ajeno a nuestra propia naturaleza humana:

  • Nos encerramos en casas, oficinas, colegios, centros comerciales, medios de transporte, mientras que nuestra naturaleza humana es nómada y necesita del contacto constante con los elementos.
  • Comemos comida “de plástico”, cuando la naturaleza ya nos ofrece generosamente todo lo que nuestro organismo necesita para funcionar a pleno rendimiento.
  • Respiramos aire contaminado, tanto fuera como dentro, de los habitáculos que nos hemos inventado.
  • La gran mayoría realiza trabajos que no le satisfacen para pagar toda suerte de objetos que no necesita pero que supuestamente le traerán la felicidad.
  • No tenemos tiempo para establecer relaciones sociales auténticas.
  • Nos comportamos de una forma completamente ajena a nuestra verdadera naturaleza: con miedo, tristeza, agresividad y ansiedad.
  • Aceptamos vivir en lo que muchos ya llaman el zoo humano (entregamos nuestra libertad a cambio de seguridad) como el precio que hay pagar por el progreso, como algo inevitable.
  • Nos conformamos.

Y podría seguir, pero igual la lista se hace demasiado larga y deprimente. El resultado ya lo conocemos: nos sentimos completamente enfermos, sin vitalidad, débiles, descentrados y perdidos.

¿Por qué hemos llegado tan lejos?

Porque estamos profundamente dormidos, programados y condicionados. Vivimos como autómatas buscando soluciones en el sitio equivocado. Mientras sigamos creyendo que somos seres imperfectos que hay que “arreglar” comprando cosas y aceptando lo que nos rodea como algo normal e inevitable, que forma parte del imparable camino evolutivo y que la culpa es de lo demás, las cosas seguirán igual o seguirán empeorando.

¿Qué se puede hacer?

#1 Lo primero es analizar nuestro estilo de vida actual con honestidad y cuestionarnos el paradigma actual para así ir tomando conciencia de cuán condicionada está nuestra existencia, a todos los niveles (físico, emocional, mental y espiritual) por nuestra educación, por creencias, por la cultura en la que vivimos. Solo desde la toma de conciencia podemos empezar a dar los primeros pasos para desprogramarnos y salir del paradigma domesticado y destructivo en que vivimos.

#2 Reincorporar la naturaleza a nuestras vidas, cada uno en la medida de sus posibilidades. Te pongo algunos ejemplos muy básicos:

  • La manera más sencilla para empezar, es la alimentación. Deshacernos de “alimentos” nocivos de nuestras vidas de forma progresiva e ir incorporando un elevado porcentaje diario de alimentos completos y sin procesar, tal y como la naturaleza nos los presenta, sin etiquetas ni embalajes.
  • Devolviéndole a nuestro cuerpo el movimiento que tanto necesita. Déjate de sillas y de sofás, siéntate en el suelo o no te sientes, aprovecha cada ocasión de la vida cotidiana para moverte (subir escaleras, desplazarte andando y en bici…) a lo largo del día, reaprende los movimientos naturales propios del cuerpo humano (saltar, gatear, colgarse, nadar, correr…) y siempre que sea posible, realízalos al aire libre.
  • Pasando el máximo tiempo al aire libre en zonas verdes. La vida en centros urbanos desgasta el sistema nervioso y la mente. Por todos es conocido el bienestar inmediato que produce el contacto con la naturaleza y los beneficios que aporta esta práctica.
  • Exponiéndote a la luz natural solar siempre que sea posible y reduciendo al máximo la exposición a pantallas y emisores de luz artificial.
  • Aprendiendo técnicas ancestrales de vida en la naturaleza, como el conocimiento de plantas comestibles y curativas, el arte del fuego, orientación, arquería, cestería, etc.
  • Reestablecer relaciones sociales auténticas basadas en la puesta en común de talentos individuales al servicio del bien común de la sociedad.
  • Combinar de forma inteligente el progreso y las posibilidades que nos ofrece la llamada “Era del conocimiento” con el saber ancestral que poseían todas aquellas sociedades que vivían en armonía con la naturaleza y que carecían de la mayor parte de los problemas arriba mencionados. Hemos de aprender de lo que sí funcionó en el pasado en lugar de despreciar el conocimiento tradicional e intentar solucionarlo todo mediante la tecnología y el materialismo.
  • Sustituir la mentalidad de control que hoy impera por la del fluir. Es absurdo pensar que podemos controlar algo. Esa es una de las creencias que más sufrimiento provoca hoy en día.
  • Tomar cada uno la responsabilidad que nos corresponde sin culpar a nadie, ya que todos somos cómplices de lo que pasa ahí fuera. Lo que pasa fuera es un reflejo de lo que pasa dentro, de cómo pensamos, cómo sentimos y nos comportamos. Así que si no te gusta lo que hay fuera, cambia lo que hay dentro. Toda transformación colectiva empieza siempre como transformación individual.

Embarcarse en el viaje de “reasilvestrar” nuestras vidas supone mirar el mundo con otras gafas y, aunque el camino parezca difícil de transitar al principio por falta de compañeros de viaje, a la larga habremos ganado en conciencia, salud, autosuficiencia y libertad.

Cuéntame

Y ahora ¡cuéntame! ¿Cómo de dormido está tu lado salvaje? ¿Qué vas a hacer para despertarlo? Compartes tu experiencia o tus preguntas dejando un comentario y te contestaremos encantadas. Si te ha gustado este artículo, no dejes de compartirlo, para que más personas puedan beneficiarse de él ¡Gracias!

Autora invitada: Kiki Nárdiz, coautora del blog Rewilding Drum, desde el que comparte estrategias y herramientas para ayudarte a salir del automatismo y a recuperar la energía a través del contacto consciente con la naturaleza.

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Author: gansosmag

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