Usar champú es algo relativamente reciente. Fue en los años 70 cuando se comenzó a propagar la idea del uso cotidiano de champú. Comenzaron a aparecen actrices de melenas preciosas a promocionar el producto y se extendió la idea de que la que no lo usaba era sucia.

Así, rápidamente se propagó la idea y caló profundamente primero entre las mujeres para extenderse después a toda la familia. Hasta aquí todo bien porque es un producto práctico que huele bien y que proporciona bienestar.

La cuestión es que el champú contiene cantidades ingentes de químicos tóxicos que pasan a través de nuestro cuero cabelludo directamente al torrente sanguíneo. Además, nuestro pelo se vuelve dependiente. El exceso de grasa y la caspa son problemas generalizados cuando no siempre ha sido así. En teoría, la mayoría de melenas son capaces de encontrar su propio equilibrio para mantener el pelo suelto, brillante y limpio durante bastante más tiempo del que creemos.

Casi todos los champús contienen tensioactivos (detergentes químicos fuertes), sales y alcoholes que estropean el cabello. En la etiqueta vienen con nombres como sodium Lauryl Sulfate, Sodium Laureth Sulfate, Cocamidopropyl Betaine. Si sabes algo de química sabrás que son productos abrasivos y potentes químicos industriales. El pelo no necesita desengrasarlo cada día con potentes detergentes como si fuera el extractor de la cocina de una freiduría. ¿Por qué los hacen así? Una de las razones es que el marketing ha creado la idea de que la espuma es sinónimo de calidad y buen funcionamiento del producto. Aprendí esto gracias a un estudio que hizo Yael del extinto blog Acapulco70.

Alternativas:

Se puede usar bicarbonato y vinagre. Aquí te cuentan cómo. También hay en el mercado champús sin parabenos, detergentes o sales abrasivas. Sustituir el champú por un suavizante sin siliconas es una buena medida porque contiene jabones más suaves. Si usas producto, usa poco y espacia su uso en el tiempo todo lo que puedas.

Y también existe la opción de usar champú solido (en este post puedes conocerlo más) .

Por otra parte, los acondicionadores son un imprescindible desde los 90. Champú y suavizante forman un circulo vicioso, el primero estropea nuestro cabello y el segundo lo repara con siliconas que rellenan las grietas para dar un efecto sedoso, pero también lo ensucian muchísimo y no le permiten respirar. Estas siliconas no son solubles y por eso se necesitan detergentes fuertes para eliminar sus restos. Desde que existe el suavizante, los champús son más dañinos para el cabello.

Alternativas:

  • Existen suavizantes con siliconas solubles al agua. Búscalas en las etiquetas y evita las no solubles. Esta es la nomenclatura habitual:
    SILICONAS SOLUBLES: PEG modified dimethicone, Dimethicona copoliol.
    SILICONAS NO SOLUBLES: Dimethicone, Dimrthiconol, Phenyl Thrimeticone, Amodimethicone, Cydomethicone.
  • También puedes usar vinagre como alternativa, funciona bien, permite un buen desenredado y da mucho brillo al pelo. Y si estás pensando que vas a oler a vinagre pruébalo y verás. El olor desaparece enseguida.
  • Otra de las ventajas de moderar el uso del champú es la reducción de la basura plástica que generamos. En este post te cuento un poco sobre ello.

Desde hace unos años el movimiento no-poo se ha extendido y ha ido ganando fuerza, también han aparecido muchas marcas de champús sin tantos químicos. ¿Te atreves a probarlo? ¿lo has probado ya? Cuéntame en los comentarios.

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Foto: Amanda Dreamhunter – Modelo: Gema Bernal

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