Texto: Ana Aguilera
Fotografías cedida por Isabel Allende

“ A veces parece que andamos en círculos pero en realidad andamos en una espiral ascendente «

Isabel Allende no es sólo la autora de esas novelas que hemos leído, con toda el alma y el cuerpo, ausentándonos por un tiempo de nuestras vidas, para adentrarnos en otros mundos llenos de todo aquello que hace de la vida una aventura digna de ser vivida. Isabel Allende es además una niña escuchando las historias de su abuelo, una adolescente con las hormonas alteradas leyendo a escondidas Las mil y una noches, es una joven escritora en el exilio, es una madre y una mujer enamorada, una mujer comprometida y una abuela que sabe cómo vivir una vida apasionante y apasionada. Una voz del sentido común y de la experiencia, una voz sabia y al mismo tiempo divertida que quiere y sabe estar en el centro de su vida inspirando así a muchas mujeres.

Isabel Allende dice que no encuentra contradicción en ser femenina y feminista. Nosotras tampoco. ¿Ha sido siempre así?

Soy profundamente femenina en el sentido tradicional del término (madre, esposa, hija, etc.) y en el sentido universal de los valores femeninos de fortaleza, espíritu de servicio, creatividad, pasión, erotismo y otros aspectos que han sido representados por las diosas del Olimpo. En lo personal, soy muy maternal, vanidosa, enamoradiza y heterosexual. No veo la contradicción con el hecho de que he defendido los derechos de la mujer desde que tenía quince años y sigo haciéndolo a los setenta y dos. Soy mujer por nacimiento y feminista por vocación de justicia.

¿Qué crees que necesitan y anhelan las mujeres?

Respeto, seguridad, amor, lealtad, participación en el poder (en todas las esferas) y, sobre todo, absoluto control sobre su cuerpo y su fertilidad.

La vida te quita y después te da. Eres una mujer que ha recogido grandes éxitos y a la vez sufrido duras pruebas. ¿Qué has aprendido de todo ello?

Se aprende mucho del sufrimiento, pero también se aprende de la alegría. No es necesario ser mártir para alcanzar la sabiduría. He aprendido que soy más fuerte de lo que yo creo, que algunas personas me quieren por quien soy y no por lo que hago, que dar me hace mucho más feliz que recibir, que hay ciertas causas que guían mis pasos como el feminismo, la justicia social, el servicio al prójimo…

Supongo que podrías contarnos la historia de tu vida a través de los libros que has escrito o no, en cada época. “La casa de los espíritus” te abrió la puerta y desde entonces no has dejado de explorar, libros de cocina erótica, juveniles, policíacos… ¿No te asusta nada?

Me gustan los desafíos en mi trabajo y no me asustan mucho, porque he aprendido que si me doy tiempo, si investigo a fondo y si tengo disciplina y silencio, puedo escribir de casi cualquier cosa (menos de deporte, claro). En la vida, sin embargo, hay cosas que me atemorizan. Cuando eso ocurre, trato de enfrentar la situación, aunque tenga mucho miedo. He aprendido que el miedo exagera todo. Si tengo miedo, todo parece mucho peor de lo que realmente es.

“Paula” es un libro maravilloso en el que compartes con tus lector@s la enfermedad y muerte de tu hija y que ha llegado al corazón de muchas personas. Además, su recaudación ha servido para la causa del empoderamiento de mujeres y niñas. Háblanos sobre tu Fundación.

Mira, lo mejor es ir a Google, poner mi nombre y entrar en mi página web, donde el trabajo que hace mi Fundación está bien explicado. Para resumir, puedo decirte que la visión que dio origen a la Fundación es la de un mundo en el que las mujeres tengan justicia económica y social. Nuestra misión es apoyar organizaciones sin fines de lucro en Chile, California y otros lugares del mundo que ayudan a mujeres y niños en situación vulnerable. Trabajamos en las áreas de salud, educación, protección contra la violencia y derechos reproductivos. La Fundación existe desde 1995. Este año hemos ayudado económicamente a más de cien programas.

Los viajes y el ser extranjera en todas partes, han marcado tu visión del mundo y de sus gentes ¿Dónde encuentras tu lugar?

Junto a mi marido, mi hijo, mi nuera y mis perros.

En “La suma de los días” nos cuentas cómo has ido formando tu “tribu”. ¿Qué buscas o qué te convence en los personajes de tu vida? ¿Los eliges tú o te eligen ellos?

Hay gente que se acerca a nosotros por circunstancias de la vida, ya sea trabajo, amistad, etc. También sucede por otras circunstancias que algunas personas se alejan, por ejemplo, se van a vivir a otra parte. Algunos de esos amigos, muy pocos, llegan a ser como miembros de la familia. Es una cuestión de afinidad y de lealtad. Yo no los elijo y ellos no me elijen a mí, hay una misteriosa ley de atracción que aglutina a los miembros de mi pequeña tribu. Pero soy consciente de que todo es temporal, todo cambia, no puedo esperar que mi tribu permanezca inmutable hasta el fin de mis días. De hecho, desde que todos los chiquillos se fueron a la universidad, la dinámica en la tribu es muy diferente.

Realidad y ficción muchas veces se confunden, escenas que nos parecen totalmente fantásticas son reales. Háblanos sobre el ruco.

El ruco del Cuaderno de Maya no tiene nada de fantástico. Es un círculo de mujeres en la isla de Chiloé, como millones de círculos femeninos que existen en todas partes del mundo, que se reúne para que cada participante sea testigo de las vidas de las otras, para compartir experiencias y una práctica espiritual y para apoyarse mutuamente. Lo hermoso de ese ruco en particular es que las mujeres (todas jóvenes) se reúnen en una construcción subterránea, redonda, cavada en la tierra, como un útero.

¿Cuál es tu secreto para vivir apasionadamente más allá de la edad del cuerpo? ¿Qué has ganado con la edad? ¿Cuál es tu reacción ante la invisibilización de las mujeres de cierta edad en nuestra sociedad?

Esta pregunta coincide con una conferencia TED que me tocó dar hace muy poco en Vancouver. En mi caso, tener un propósito en la vida es fundamental, porque es el motor que me mueve. Mi propósito es contar historias y ayudar a las mujeres en todo lo que pueda. Con la edad he ganado tranquilidad, antes era muy inquieta y atolondrada, he ganado el amor apacible de la edad madura (ya no ando con las antenas sexuales alertas para cazar al primer tipo distraído que se me ponga por delante). Me conozco mejor, sé lo que puedo y quiero hacer, aprendí a decir NO a casi todo lo demás. Tengo una vida muy agradable y muy simple. Soy invisible en la calle, como toda mujer mayor, pero no soy invisible en mi familia, en mi trabajo o entre mis lectores. ¿Para qué quiero más? Muchas de mis amigas de mi edad dicen que les gusta ser invisibles, que se sienten libres y seguras. A mí me gusta ser el centro de atención, pero no sufro demasiado cuando me toca ser invisible.

Tu voz a través de tus libros, tus entrevistas o conferencias ha llegado y sigue llegando a muchísima gente. ¿Qué crees que aporta en estos tiempos? ¿Tienes alguna idea de qué es lo que le encanta a la gente de tus historias?

Creo que la gente lee mis libros porque en ellos encuentra los temas y experiencias que nos atañen a todos. No tengo respuestas, tengo preguntas, las mismas preguntas que todos nos hacemos. Mis lectores se conectan conmigo porque se sienten identificados, tal vez saben que trato de ser honesta. No pretendo ocultar nada. Mi madre me suele preguntar, aterrada, por qué me expongo tanto, por qué cuento lo que debe ser privado. La verdad es que no me siento vulnerable por eso. Son los secretos que una guarda los que nos hacen vulnerables, no las verdades que una comparte.

Sin duda, el amor y el deseo es uno de los ingredientes estrella. Tu penúltimo libro “Amor”, recoge tus mejores páginas sobre el tema, dices que a tu madre le escandalizó…

Mi madre tiene 94 años, es una señora chilena y católica, pero no es estrecha de criterio. Siempre digo, en broma, que estoy esperando que ella se muera para escribir una novela erótica. Pero no es cierto. Mi madre no se escandaliza fácilmente, pero a veces se preocupa porque cree que yo siempre voy contra corriente. Hay un dicho chileno que, según mi madre, me define: soy como el loro que se planta delante del tren en marcha con la certeza de que puede frenarlo o cambiar su curso. Cuando yo era chica y alegaba contra el machismo, por ejemplo, mi madre me recordaba a ese loro atrevido. Y mi respuesta era: un loro solo no ataja al tren, pero miles y miles de loros tal vez lo logren. En eso ha consistido mi vida: cambiar la dirección del tren junto a millones de mujeres que piensan como yo.

Es estupendo oír voces que aún críticas y comprometidas siguen siendo positivas. Conectada con la historia y con el futuro a través de tus nietos ¿Cómo ves el mundo? ¿Qué consejo le darías a las mujeres adolescentes y jóvenes?

Soy muy optimista. Mis nietos viven en un mundo mucho mejor que cualquier otra generación, un mundo donde hay más gente que vive mejor y puede aspirar a más, un mundo conectado e informado donde los cambios suceden mucho más rápidamente que antes. La humanidad avanza. A veces parece que andamos en círculos, pero en realidad andamos en una espiral ascendente. En los años de mi vida he oído cien veces la misma profecía en diferentes momentos: el mundo se va a acabar, nunca hemos estado peor, etc. Si estudiamos historia, veremos que eso no es verdad. Yo nací en medio de la Segunda Guerra Mundial, del holocausto, de las bombas atómicas, cuando nadie hablaba de derechos de los trabajadores, de las mujeres o de los niños, cuando la defensa de los animales o del planeta no era un tema, cuando los países europeos colonizaban y explotaban a la mayor parte del mundo, cuando no existía la carta de derechos humanos, cuando el racismo no era un tema, las mujeres no votaban en la mayoría de los países, no existía la planificación familiar, los antibióticos, los viajes espaciales etc. Hemos avanzado tanto, que no me cabe todo en la cabeza.

Por último y si no es mucha indiscreción, ¿Nos puedes decir algo sobre la semillita que ha brotado hasta convertirse en libro?

Acabo de terminar una novela de amor que se llama El Amante Japonés.

Ejercicio literario. ¿Te gustaría terminar estas frases?

Escribo cartas a mi madre para no olvidar, para ordenar los pensamientos, para mantener vivo el cordón umbilical, para saber quien soy…

De mi padre sólo sé que se llamaba Tomás Allende Pesse.

El amor me merece reverencia, es la fuerza sagrada que mueve todo lo que existe…

Tengo amigas que son mis hermanas de alma.

Sueño con un mundo sin discriminación de ninguna clase, incluyente, pacífico, alegre…

En un mundo en que las mujeres tengan justicia social y económica habrá menos violencia, más progreso, más felicidad…

Un placer al alcance de la mano es ver la puesta de sol desde mi jardín, junto a mi marido, con mis perras y un vaso de vino, contándonos cómo fue el día de hoy y cómo esperamos que sea el de mañana, agradecidos.

Este artículo se publicó en el número 2 de Gansos Salvajes Magazine. Si te gusta nuestro estilo y no quieres perderte nada, apúntante a nuestra lista de email y recibe el NÚMERO 2 GRATIS de Gansos Salvajes Magazine. Puedes hacerlo aquí aquí>

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