Somos una generación pegada a una pantalla, el «homo smart phone» dicen por ahí.

Se ha hablado mucho de la generación milenials, la mía, los nacidos a finales de los setentas y en los ochentas aproximadamente. Somos los que hoy día estamos cogiendo el relevo generacional y las riendas del futuro-presente del mundo. Se habla mucho sobre nuestros gustos y hábitos de consumo y de vida.

Lo que me parece más importante es que somos una generación fascinada por internet y la cultura digital, nos movemos como peces en el agua en el 2.0 aunque nuestra infancia no fue digital. Hemos vivido el nacimiento de las nuevas herramientas tecnológicas y hemos empezado a usarlas sin referencias del pasado. Hemos construido nuestra forma de relacionarnos con la tecnología a base de ensayo y error. Estamos marcando la pauta a las futuras generaciones. Si perteneces a mi generación, tienes hijos y pones límites a su contacto con la tecnología les habrás escuchado decirte alguna vez: ¿Y tú, no estás todo el día pagada a la pantalla?

La fascinación por la inmediatez, la conexión continua y un mundo que trasciende el tiempo y las fronteras nos han llevado a buscar todo lo que necesitamos dentro de la pantalla: trabajo, aprendizaje, ocio, relaciones, información… todo está allí dentro.

El smartphone ha facilitado y acelerado el proceso. Ahora ya no imaginamos una vida sin todo esto. El móvil o celular se ha ganado un lugar céntrico en nuestras vidas. En el marco de una sociedad de consumo no es fácil detectar cuando tenemos una adicción. En general, no somos capaces de distinguir entre el uso y el abuso.

Los atracones de comida, el tabaco, el azúcar, el trabajo, la tecnología, lo que sea… generan comportamientos compulsivos a las personas de nuestro tiempo. Hoy, muchas de las adicciones son aplaudidas y reconocidas socialmente como positivas. Puedes ser una adicta a comprar ropa pero fuera vas a recibir halagos y piropos por tu estilo, puedes ser adicta al trabajo o a estar continuamente ocupada y recibirás la palmada en la espalda de tu entorno.

Mirar la pantalla del móvil y decir «es trabajo» en cualquier momento o situación se ha convertido en algo cotidiano, hemos traspasado límites impensables y hemos cambiado los protocolos sociales.

No hace mucho, mirar el móvil en un evento era una falta de respeto, ahora nos parece bien porque estamos compartiendo en tiempo real a través de las redes sociales lo que estamos viviendo y lo juzgamos como positivo porque a todos nos interesa mucho nuestra reputación online; casi más que la realidad. En este intercambio continuo de información estamos perdiendo un alto porcentaje de la experiencia real.

Yo soy una enamorada y defensora de la tecnología pero también sigo empeñada en continuar editando en papel porque creo que ahora más que nunca nuestros ojos necesitan descanso de esa luz cegadora, la mente necesita recuperar la capacidad de centrarse y nuestra vida necesita equilibrio.

El tiempo y espacio vital que dedicamos a la tecnología ha crecido exponencialmente. Pero todo movimiento de expansión va acompañado de un movimiento de compresión. Nosotros no somos máquinas, nos movemos por los ritmos de la naturaleza, el sístole y el diástole del corazón, la inspiración y espiración, el día y la noche, la vida y la muerte. No podemos estar en continúa expansión y creo que ya empieza a darse un agotamiento tecnológico. Es evidente que necesitamos descanso y lo está poniendo de manifiesto el movimiento de los desconectados, personas que abandonan el uso de internet. El efecto péndulo se está haciendo presente.

Creo que estamos empezando a intuir lo que será la madurez en el uso de la tecnología. El buen uso del modo avión para darnos descansos. Los momentos sin interrupciones, los silencios y los espacios vacíos son cada vez más necesarios.

En el siguiente video Simon Sinek hace un análisis profundo desde el punto de vista sociológico de este aspecto en la «generación milenial». Son 13 minutos que valen la pena. Te lo recomiendo porque su visión es amplia y su análisis es poliédrico pero, aún así, se queda corto desde mi punto de vista. Te lo cuento después del video.

El panorama social es sobrecogedor y, si eres una persona mínimamente sensible, ahora estarás preocupada. Voy a comentar algunos ítems desde mi punto de vista. Según Simon lo que ha estropeado la crianza lo tienen que arreglar las empresas, y puede que sí, pero la base de todo está en nuestra dificultad para relacionarnos.

Durante la guerra de Vietnam, para sobrellevar el horror que estaban viviendo, la mayoría de soldados se hicieron adictos a la heroína. Como sabrás, la heroína se cataloga como una de la sustancias más altamente adictivas. Las autoridades estaban preocupadas por lo que supondría la vuelta de los soldados adictos a EEUU pero, sorprendentemente, más del 95% no volvieron a consumir esa sustancia. Este fenómeno ha sido muy estudiado y la principal conclusión que se sacó es que cuando se tiene un vínculo fuerte con personas el objeto de la adicción pasa a un segundo plano. El cambio de escenario, el hecho de no tener la droga tan a su alcance y, sobre todo, las relaciones profundas hicieron que esos jóvenes no volvieran a probar la heroína.

A lo que se enfrenta nuestra generación es a la dificultad de crear y consolidar vínculos fuertes.

En su discurso, Simon Sinek habla de una crianza en la que se les ha dicho a los niños que son merecedores, que tienen derechos y que son especiales. Desde mi humilde punto de vista, esto no supondría un problema si tuvieran vínculos estables y seguros, es más, diría que es favorable para una persona saberse digna. Es el mejor antídoto para evitar la explotación y el abuso. Sería una buena base para crear relaciones si supieran cómo hacerlo.

No estoy de acuerdo en que los niños hayan creído ese mensaje puesto que, si tienen la autoestima baja, es evidente que no tienen la certeza de ser merecedores e importantes. Y es que hubo un doble discurso:

Las palabras decían: «Eres importante».

Los hechos decían: «Lo más importante es el dinero».

En ningún momento estoy culpabilizando a los padres y a las familias. El entorno del neoliberalismo salvaje que cada vez nos exige más, la manipulación a través de los medios de las prioridades vitales, las necesidades creadas, las malas decisiones o las ataduras a hipotecas desproporcionadas de por vida llevaron y siguen llevando a las familias a poner la economía en el centro de su sistema de prioridades. Y no digo que no sea importante, la miseria es lo peor, pero una vez llegados a cierto nivel, continuar poniendo el dinero en el centro resta felicidad.

La relación más importante en la vida de cualquiera es la relación que tiene con su madre, es la primera y la que marca la pauta para toda futura relación. El vinculo madre-bebé comienza en el momento de la concepción. 9 meses de gestación interna y 9 meses de gestación externa en el que la comunicación entre los dos es tan fuerte que la madre es capaz de detectar y cubrir todas las necesidades de un ser al que sólo puede entenderse si el vínculo es profundo y el contacto permanente. Este conocimiento no lo maneja la cultura mainstream pero la neurociencia y el sentido común saben que es la clave para la supervivencia de la especie. Si no estás de acuerdo conmigo en este punto dejo que te lo cuente Nil Bergman en el siguiente video, que para algo lleva décadas investigando.

Desde la mitad del siglo pasado la crianza está mediada por avances técnicos creados con el objetivo de disminuir el contacto para ayudar a que la madre pueda continuar con su vida productiva.

El trabajo remunerado ha traído libertad e independencia a las mujeres pero ha dejado la crianza en un muy mal lugar, y a muchos bebés en desamparo.

Tenemos embarazos llenos de estrés, partos medicalizados, separación de las madres segundos después del nacimiento, incubadoras sin contacto físico, guarderías que acogen bebés de un mes con una cuidadora para cada 5 o más bebés, chupetes para desoír las necesidades de los bebés (la primera adicción de sus vidas) Cuando un bebé pide contacto es porque lo necesita (la naturaleza no deja nada al azar). Los bebés se desarrollan en cunas y habitaciones separadas de sus padres, los niños sufren una escolarización temprana en la que se penaliza la comunicación con los compañeros (los castigan por hablar, por tratar de formar vínculos), con extraescolares interminables y relaciones familiares mediatizadas por la tecnología desde que son bebés. En este panorama nos formamos los occidentales. Además, llegamos a la vida adulta con un mensaje grabado que se repite en todas partes: «con dinero podrás comprar todo lo que va a llenar esa insatisfacción que sientes».

El señor Simon Sineck también cuenta en el video que las corporaciones (las empresas) deben tomar medidas para cambiar las cosas. Y estoy de acuerdo, pero añadiría algunas medidas cruciales que deben tomar junto con los gobiernos. Se trata de proteger la crianza, de dar a las madres la posibilidad de elegir si quieren quedarse con sus hijos y proteger, a través de leyes, su puesto de trabajo y su independencia económica. Invertir en que cada bebé pueda criarse con un adulto de referencia y dedicado para que si la madre quiere ir a trabajar tenga garantía de poder pagar a alguien que esté en exclusiva por su hijo. Necesitamos jornada laborales flexibles y compatibles con la crianza, espacios más amables y vivibles en los que la maternidad no se viva en el aislamiento sino que pueda disfrutarse y, para eso, necesitamos tribu, conexiones y una arquitectura que las propicie. No nos sirve la figura de una madre entregada pero amargada,las madres debemos transmitir la vida y la alegría. Si estamos deprimidas no podemos hacer conexiones y de nada sirve que lo demos todo al bebé.

Pero no todo está perdido, somos fuertes y reactivos. Muchos vemos la urgente necesidad de un cambio. El movimiento slow y el estilo de vida sostenible, que es lo que me dedico a divulgar en este blog y en la revista en papel, están basados en comprar menos y con impacto positivo, en experimentar más y acumular menos y cada vez tienen más importancia en nuestra sociedad.

La vuelta al mundo rural, el consumo ecológico, la economía basada en las relaciones, la crianza con apego, los partos respetados, los nuevos proyectos educativos, la artesanía o el emprendimiento social están viviendo un resurgir que espero continúe ganando terreno y generando impacto positivo en nuestras vidas.

La conectividad, la globalización y los movimientos migratorios espero que nos ayuden a aprender de culturas que no han perdido la conexión entre individuos. Para eso te dejo este magnifico corto: «Binta y la gran idea».

Así, imitando la inteligencia de los pájaros, queremos que nuestros Gansos Salvajes inspiren y conecten lo bueno de muchos mundos y ayuden a equilibrar lo digital con lo tangible a través de un magazine hecho para reconciliar conceptos como feminidad y feminismo, estética y dignidad, moda y conciencia, belleza y variedad de cuerpos, inteligencia e intuición, cultura y revistas femeninas…

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Foto cabecera: Mikayla Mallek

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Author: gansosmag

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